Insomnio postelectoral

Las novedades

1- Los resultados parecen confirmar la aparición para quedarse de un nuevo eje de conflicto político junto a los que ya conocíamos (clase, etnia, campo-ciudad, valores): el rechazo al establishment. El comentario informal más escuchado ayer entre pundits y periodistas era el de la sorpresa o el shock ante el resultado electoral. Creo que puede tomarse como claro indicador de la distancia que separa a la clase política (en sentido amplio) del “pueblo”, el argumento fundamental del ideario populista.

2- El sesgo de confirmación (mirar solo la parte de la realidad que confirma nuestras expectativas) lo han padecido tanto el equipo de campaña de Clinton (dando por ganados estados del medio oeste que han acabado decantándose por Trump) como los que han interpretado encuestas con una certeza exagerada a favor de los Demócratas. Lo de Trump en definitiva, era tan gordo que no podía suceder. Sin embargo lo extraordinario de Trump no ha sido tanto el que ganara las elecciones (en definitiva lo que ha pasado es que los republicanos han votado por el candidato de su partido) sino que llegara a estar ahí, que ningún filtro del sistema ni de su propio partido haya impedido que el candidato del Grand Old Party sea una persona manifiestamente misógina, racista y que rechaza las mínimas reglas del juego democrático. El sistema tendrá que digerir de alguna forma esta tensión entre la apertura que supone la democracia interna en los partidos (que muchos consideramos necesaria) y en el conjunto del sistema, con la posibilidad de que por vías democráticas se cuestionen aspectos fundamentales de la democracia liberal tal y como la conocemos: el pluralismo, el respeto al adversario, la no discriminación por razón de género, raza o ideología. En esta gestión será importante procurar entender, sin desacreditar el sufragio universal, qué grado de desesperación y enfado hace a la gente apoyar a un candidato como Trump, y cuales son los motivos que hay detrás de esta opción de voto.

Lo menos novedoso

1- Para entender el voto siguen siendo importantes la edad, la etnia, el lugar de residencia (campo vs ciudad) y por supuesto valores e identidad partidista.

2- El nivel de estudios y los ingresos tienen cierta correlación con el voto pero menos que estas otras variables. Lo que parece más importante son sobre todo las percepciones en torno a la situación económica tanto del país como especialmente la familiar (según datos de exit polls que tendrán que confirmarse). Se trata por lo tanto de una cuestión de percepción de privación relativa, con respecto al pasado y con respecto a otros grupos (el votante blanco de la América rural vs las minorías o las élites urbanas). Lo que se ha estudiado especialmente en el contexto de las movilizaciones afroamericanas de los años 1960 hoy parece de aplicación para la nueva “minoría” blanca.

3- El sistema de partidos continua en su trayectoria de creciente polarización, en máximos históricos de emociones negativas los partidarios de uno respecto al otro. Esto ha dificultado que los ciudadanos dejaran de ejercer un voto normal (el habitual en función de su identificación partidista), y por lo tanto los republicanos han votado por el GOP muchos seguramente “a pesar” de su candidato. El grado de lealtad partidista es alto.

4- Es difícil saber si en el resultado de Clinton ha pesado más ser mujer o ser establishment, pero en todo caso debemos reconocer que lo que nos puede parecer intolerable (el machismo, la corrupción) son solo uno de los aspectos que tiene en cuenta el votante, y por lo tanto no definen los resultados de manera determinante mal que nos pese. Otros aspectos también importan. Por ejemplo, seguir a un presidente demócrata que lleva dos mandatos en el cargo es un pesado lastre. Según el modelo de Abramovitz (uno de los pocos que ha acertado en su predicción), simplemente presentarse a la reelección como incumbent da 4 puntos porcentuales de ventaja. Parece que la situación económica no era lo suficientemente buena como para conseguir compensar estos factores en contra de la candidata demócrata. Hay que decir que Clinton ha ganado en el voto popular, pero parece que queda un largo camino por recorrer antes de romper el techo de cristal más alto.

5- Las encuestas se han equivocado, una vez mas. Entre las posibles razones: bajísimas tasas de respuesta (cada vez hay mas negativas antes de conseguir una aceptación a contestar la encuesta), la incapacidad de acceder a según que sectores de la población (especialmente los barrios más acomodados suelen ser muy difíciles de cubrir en el trabajo de campo), y el voto oculto (Trump parece recoger más apoyo en encuestas online –sin entrevistador– que en las presenciales o telefónicas). Aun así las encuestas siguen siendo nuestra principal herramienta para conocer una realidad política compleja y a veces exasperante.

26J y Brexit

Ha habido un cierto debate sobre el posible efecto del Brexit en el resultado electoral del 26J y en particular sobre el voto a Unidos Podemos. Yo no descartaría un efecto, quizá no dramático, pero si significativo. El argumento es especulativo y un poco liado, y será dificil de comprobar, pero creo que la literatura sobre actitudes populistas y voto a partidos populistas (por acortar y dejando al lado la polémica terminológica un momentito, partidos con un discurso anti-establishment y pro-soberania popular) puede dar alguna pista.

Por un lado, por trabajos previos sabemos que las percepciones sobre la situación económica del pais importan a la hora de explicar las actitudes populistas y el voto (mucho más que la situación económica personal). Esto se explica entre otras razones porque, en general, la ciudadania considera responsable al gobierno (y por extensión a la élite política) de una mala situación económica. No hace falta que la gente sufra en su propia piel las consecuencias de la devaluación de la libra; basta con que vea caer el IBEX 12 puntos en un dia a 48 horas de votar, creo, para que perciba una señal de alarama respecto a la situación económica. La insatisfacción con la situación económica se traduce en votos a favor de partidos populistas (directamente o a traves de las actitudes populistas), siempre y cuando la gente considere que el establishment es responsable del deterioro (que es lo que suele pasar).

Pero en este caso la situación es muy diferente: el responsable del lío ha sido el pueblo británico, que ha expresado su voz -contraria a la del establishment- a través del referendum, un mecanismo que desde una perspectiva populista se asocia con la preeminencia de las expresiones directas de la voluntad popular frente a otros mecanismos de toma de decisiones propios de las democracias representativas. Igual que Brexit ha sido un misil en la linea de flotación del sistema político británico, creo que también pone bajo tensión a los discursos que situan la “voluntad general del pueblo” por encima de cualquier otra cosa. Y hace más difícil votar a partidos populistas porque desactiva el argumento de que esta voluntad popular (que se supone buena y unívoca) es la solución a los problemas que causa a una élite corrupta y culpable.

Por otro lado, me parece relativamente claro que el resultado del referéndum y sus inmediatas consecuencias ha supuesto, al menos para una parte de la ciudadanía, no solo una sorpresa sino hasta un cierto shock emocional. Y también sabemos que las emociones están relacionadas con el populismo y con la participación. El enfado, la rabia, la irritación, el cabreo aumentan la probabilidad de tener actitudes anti-establishment y de votar. La angustia, el miedo, desmovilizan. Yo creo que Brexit ha contribuido a introducir más miedo e incertidumbre en las ultimas horas de campaña.

Por supuesto, junto a Brexit, también habrán influido otros muchos factores ya apuntados, como el escaso entusiasmo que ha despertado la coalición IU-P, la campaña, o la mayor susceptibilidad a la desmovilización electoral de un electorado relativamente más joven y de izquierdas (cosa un poquito previsible porque sabemos que los jóvenes tienen a abstenerse más que los mayores y que en España la izquierda es algo más sensible a las oscilaciones en la participación electoral que la derecha). El efecto de Brexit será más complicado de comprobar, a falta de contrafactual. No creo que se refleje en las encuestas de los ultimos dias, porque es posible que afecte sobre todo a los indecisos que no decidieron su voto hasta el último momento. No sé si el voto por correo que se emite hasta el 22 puede servir de algo, pero ciertamente no serviran las preguntas sobre cuanto le ha influido a Ud. Brexit, porque ya sabemos que esto no es una buena manera de estimar efectos. Eso si, algunas preguntillas en el postelectoral del CIS sobre esta cuestión y sobre reacciones emocionales ante diferentes escenarios posibles nos vendrían muy bien.